México es un país con una gran diversidad vegetal. La cantidad de especies de plantas que crecen en el territorio nacional asciende a mas de 25,000, sin embargo, no todas ellas son aprovechadas.
Se estima que unicamente alrededor de 600 especies son cultivadas de forma activa en México, y de estas, son al rededor de 15 las que forman la base de la alimentación de la población. Estas especies no están necesariamente bien adaptadas a los climas presentes en el país, con lo cual, se recurre al consumo de recursos naturales y químicos para compensar esto.
El problema de la dependencia a cultivos
Con el pasar de los años, con la creciente población, la demanda alimentaria ha incrementado a pasos agigantados. Con el fin de satisfacer esta demanda, se ha recurrido al cultivo masivo de estas especies que forman la base de la alimentación, llegando incluso al punto de sobre explotación los suelos de cultivo. Esto lleva a un circulo vicioso, pues un suelo sobre explotado es menos apto para la producción de alimentos, por lo que, para cumplir la demanda,se recurre a la explotación de nuevos suelos, tala de arboles, o abuso de fertilizantes químicos.
Debido a lo anterior, en los últimos años se ha promovido la investigación y el cultivo de especies vegetales subutilizadas (EVS). Estas plantas son aquellas cuyo consumo esta respaldado por la tradiciones locales, con un gran potencial nutritivo, pero que no son cultivadas de forma activa. Estas pueden ser encontradas por todo el país, en todos los climas, con lo cual, es posible encontrar EVS adaptadas a prácticamente cada una de las regiones del país.
Las EVS como solución
Muchas de las EVS son endémicas de zonas con condiciones climáticas adversas. Debido a esto, pueden crecer en condiciones de sequía, frio, o calor extremo, sin disminuir la productividad. Por lo anterior, son candidatas perfectas para producir alimentos sin sobre explotar los recursos naturales.
La adaptación de muchas de estas plantas a condiciones climáticas extremas a llevado a que produzcan en gran medida compuestos que sirven como defensa a estas condiciones. Estos compuestos ofrecen propiedades antioxidantes, antimicrobianas, antidiabéticas, etc.
El mezquite es una planta nativa que crece de forma silvestre en distintos ecosistemas de México, especialmente en regiones áridas y semiáridas del norte del país. Perteneciente al género Prosopis, esta especie leguminosa produce vainas que son apreciadas por diversos sectores de la población, principalmente como botana tradicional. A pesar de su valor, el mezquite no se cultiva de manera intensiva ni sistemática con fines alimentarios, lo que limita su aprovechamiento y su inclusión en esquemas agrícolas formales.
El consumo de sus vainas, se restringe en gran medida a contextos informales y esporádicos, sin llegar a formar parte de la dieta básica o cotidiana de la mayoría de la población. Sin embargo, estas semillas tienen un alto potencial nutricional: son ricas en carbohidratos complejos, proteínas, fibra, y contienen minerales como calcio, potasio y hierro. A partir de ellas se pueden elaborar harinas altamente nutritivas y sin gluten, útiles en la preparación de panes, tortillas, atoles y otros productos alimenticios, con aplicaciones prometedoras tanto a nivel local como comercial.
El mezquite también destaca por su notable adaptabilidad a condiciones ambientales extremas. Gracias a su sistema radicular profundo, puede acceder al agua subterránea y sobrevivir en zonas donde otras especies no prosperan. Esta característica lo convierte en una opción ideal para la producción sostenible de alimentos en regiones con baja disponibilidad hídrica y suelos pobres. Además, su presencia ayuda a prevenir la erosión del suelo, a capturar carbono y a restaurar tierras degradadas, lo que refuerza su papel como recurso estratégico para la seguridad alimentaria y la agroecología en zonas vulnerables.
Aporta hasta 25 gramos de proteína por cada 100 gramos de fruto.
Contiene carbohidratos de baja indice glucémico. No genera picos de glucosa.
Aporta hasta 35 gramos de fibra por cada 100 gramos de fruto.
El quelite es una planta que forma parte de un amplio grupo de especies de hojas verdes comestibles, tradicionalmente utilizadas en la gastronomía y medicina popular de diversas regiones de México. En particular, Amaranthus hybridus, una de las especies más comunes conocidas como quelite, crece de forma silvestre en el norte del país, especialmente en zonas semiáridas y áridas. Sus hojas tiernas son aprovechadas como verdura en diferentes platillos, aportando no solo sabor, sino también un valor nutricional notable.
Esta planta posee un perfil nutrimental altamente deseable, ya que es rica en magnesio, sodio, potasio, vitaminas, fibra dietética y compuestos antioxidantes, lo que la convierte en una excelente opción para mejorar la calidad de la dieta. No obstante a pesar de todo su potencial, su aprovechamiento sigue siendo limitado a un consumo ocasional y local, sin que se explote por completo su potencial como fuente alimentaria sostenible.
Debido a que crece de forma silvestre y se adapta con facilidad a condiciones climáticas adversas, requiere muy pocos cuidados para alcanzar la madurez. Esta característica la convierte en una candidata ideal para su cultivo en sistemas agrícolas de bajos recursos, especialmente en comunidades rurales afectadas por la inseguridad alimentaria. Su incorporación como cultivo alternativo no solo diversificaría la producción agrícola, sino que también contribuiría a preservar el conocimiento tradicional asociado a su uso, fomentando al mismo tiempo la soberanía alimentaria regional.
Hasta 75, 253 y 229 mg/100g de Mg, Na y K, respectivamente.
El quelite es una excelente fuente de vitaminas A, B y E.
Los extractos de hojas de quelite han demostrado elevada capacidad antioxidante.